domingo, 10 de marzo de 2013

Mi reportero favorito: Andrés Cárdenas


Os amenacé en una de las entradas de noticias en positivo con hablaros de mi periodista-escritor-columnista-reportero favorito: Andrés Cárdenas. Ha llegado el momento, tal vez porque, como sabéis, estoy pasando unos días con mi madre en el Balneario de Cortes y Graena, que ya son pueblitos chicos de por sí, pero es que el anejo de Los Baños es lo menos que despachan de pueblo, y eso me ha hecho acordarme de él. Ya veréis por qué.





Empecé leyendo a Cárdenas hace muuuchos años en una columna que tenía, no sé si diaria, en el Ideal y caí desde el primer momento rendida a su forma de relatar. Tiene justo el estilo de redacción que a mí me gusta, con frases no muy largas y un humor irónico que es impagable. Lo mismo te cuenta lo que le ha pasado mientras tomaba café en el Zaidín que le echa una bronca de narices a Paca Pleguezuelos por su espantá del Milenio. Pero lo cuenta de la misma manera que lo contaría en una reunión de amigos, y no tienes por menos que meterte en la situación.

Convendréis conmigo que un reportero, que escribe también novelas tan interesantes como El cántaro roto (sobre la batalla de Bailén) o Luna de Octubre (sobre el naufragio de la Armada Española en la Herradura) y los alterna con otros tan divertidos como Dejaos de pollas, vayamos a pollas, merece ser tenido en cuenta.

Siempre ha sido mi periodista favorito. Me gusta la forma en que a veces empieza sus columnas: El de la fotillo de arriba (esto y lo otro), y cómo verbaliza justo lo que tú has pensado un ciento de veces: El mejor sitio para pasar el verano es la zona de los congelados del Mercadona. Pero fue otra frase suya la que hizo que "cayera totalmente bajo su influjo":

Normalmente en verano escribía la columna desde La Herradura, lugar donde veranea, sustituyendo su fotillo usual por otra más playera, con camisa floreada y sombrilla al hombro. Pero un año, escribió un artículo contando que ese verano no había columna playera, ya que su director le había encargado una serie de artículos sobre los pueblos más pequeños de la provincia de Granada. No sé por qué pero en ese artículo introductorio creí notar un leve aire de desilusión, de pena, o quizás yo pensé: Vaya forma de joderle las vacaciones al pobre. No sabría decir, pero el caso es que no esperaba yo muy ilusionada ese verano la serie de crónicas porque me las imaginaba únicamente para cubrir el expediente.
Entonces llegó el primer artículo y su frase introductoria me fascinó:
Hay días en que uno se levanta con ganas de ir a Agrón.
Y a partir de ahí siguió con el gracejo de siempre, que no os voy a resumir porque buscando en la hemeroteca de ideal.es he encontrado los enlaces a las crónicas y os los pongo al final de esta entrada, para que los leáis si os apetece. Pero esa frase pasó desde entonces a formar parte de los "espacios comunes" en mi familia, así que si de pronto hago una tarea de esas que vas aplazando y aplazando y deja a mis hijos sorprendidos ¿mamá pero cómo te ha dado por eso hoy? saben que la respuesta va a ser: Es que... Hay días que uno se levanta con ganas de ir a Agrón. :-D

Para más inri, vive en mi barrio (en mi barrio, barrio, que ya sabéis que yo tengo un concepto muy extenso de vecindad), en el Camino Bajo de Huetor, así que cuando habla de las cosas que le pasan en el barrio, mientras saca a pasear al perro, yo tengo el escenario fresquísimo en mi mente.
El caso es que más de una vez me lo cruzo por la calle y, todas ellas, lo veo venir y pienso: Hoy lo paro. Pero entonces recuerdo otra de sus columnas, de esas que me encantan por el fino sentido del humor que destilan, en la que contaba que con eso de tener una columna con foto, a la gente le suena tu cara y estando un día en una tienda del barrio, se le acerca una señora y le dice: Usted es el que escribe en el Ideal. Y él se pone todo esponjado, diciéndose: Hombre, una admiradora que lee mi columna. Y la señora va y le suelta: ¿Y no podría usted conseguirme un plato de la vajilla de regalo, que se me ha quedado enmancá.
Y claro, yo me acuerdo de eso y, o me da la risa directamente y se me pasa la ocasión, o me da el apuro. Lo mío es un amor platónico.

En fin, que Cárdenas, ya lo dice en uno de sus articulillos, es muy de dar los "buenos días", y todos los pueblillos de esta zona son muy aparentes para practicarlo con todo aquel que te cruzas. Además Marchal, que seguramente ahora con la crisis tenga incluso menos de las 413 almas que tenía cuando Las Crónicas, está como quien dice a tiro de piedra de los Baños (bueno, a unos 3kms) por una ruta entre pinares muy bonita, y por eso me he acordado bastante en estos días de mi periodista favorito. Así que os recomiendo que leáis a Andrés Cárdenas. Al serio y al divertido. Si no tenéis el Ideal a mano (me gustaría tener más muestras de sus columnas), empezad con los enlaces del fondo o tiraos directamente a su blog: Trajín de vida.

Yo mientras tanto, seguiré esperando a animarme a hablarle cuando me lo cruzo por el barrio y contarle lo mucho que lo admiro.
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Las Crónicas de la Canícula (Agosto del 2009):
Lo importante no es cómo esto acaba, sino cómo empieza 
Agrón - 369 almas    «Cuando llegaba mayo nos cagábamos por las patas abajo»  
Soportújar - 245 almas    «Aquí sí se vende una escoba»  
Polícar - 222 almas    A la sombra del álamo negro
El Marchal - 413 almas    A veces no sabemos si el tiempo va para atrás  
Cáñar - 422 almas    Si un verano me pierdo, que me busquen en Cáñar  
Beas de Guadix - 376 almas    El trueque de San Lorenzo
Carataunas - 197 almas    Desde el Padre Eterno al cortijo Pollo-Dios  
Lugros - 368 almas    «Aquí por las noches nos tapamos con una manta»
Pampaneira - 313 almas    Nunca digas de este agua no beberé en Pampaneira 
Bubión - 361 almas    «Aún hay gente que viene preguntando por el niño lama»  
Lentegí - 334 almas    Veranos de puertas abiertas 
Huélago - 416 almas    El pueblo de la abuela ‘bloguera’  
Gobernador - 307 almas    «Aquí todos somos gobernadores»  
Albuñán - 435 almas    El pueblo que habla con las estrellas  
Ferreira - 345 almas    Se han ido los ‘lañaores’ pero quedan los artistas 
Dúdar - 311 almas    Unas vidas junto al Aguas Blancas  
Pórtugos - 405 almas    El arte de viajar sin moverse del sitio
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