Cuando aún trabajaba y estaba desesperada porque pasaran los meses y los años hasta mi jubilación, me ponían de los nervios los que se prejubilaban rezongando ¿y qué voy a hacer ahora todo el día metido en casa? ò_ó ¡Pues darte con una piedra en la espinilla hasta que llegues al hueso, alma de cántaro!
No veo por qué la gente relaciona el no trabajar con estar todo el día metido en casa. ¡Pues anda que no hay pocas actividades para hacer fuera de casa!... Pero en mi caso, es que todas mis aficiones son "de interior". Bueno, me gusta andar, es decir, voy a casi todos sitios andando, pero desde luego no soy de las que saltan de la cama en cuanto sale el sol para iniciar un paseo.
(Por si no te has dado cuenta esta va a ser una entrada de las de "contarte mi vida", así que solo si te apetece conocerme mejor, pulsa en el seguir leyendo que tienes un poquito más abajo)
Cuando entraba a trabajar a las seis de la mañana, en la rotonda del Serrallo Plaza, a las cinco y media, que aún no han puesto ni las calles, la mitad de los días veía a un tiillo corriendo con su mono de running o como se llame eso, viniendo de la zona del campo de fútbol y yéndose en dirección a Huetor. (Diccionario andaluz-Glosario granadino: Tiillo: dicese del personaje del que se desconoce su nombre o que causa curiosidad.)
A esas horas, él y yo éramos los únicos seres vivos del barrio y yo me hacía cruces cada vez que lo veía, porque ya es malo tener que levantarte a las cinco de la noche para ir a trabajar ¡pero levantarte para ir a correr, tiene delito!
Bueno, pues eso, que me gusta andar, y los martes y jueves voy al Polideportivo Nuñez Blanca a hacer taichi, que me encanta y está dentro de las actividades físico-deportivas del Patronato Municipal de Deportes. Pero quitando esas dos actividades exteriores -porque lo de ir "de chinos" y "de mercadillo" aunque sea un hobby no lo voy a tomar en consideración- el resto de mis aficiones son de estar por casa, literalmente.
Me gusta la lectura, mayormente novela, sobre todo histórica. Hay una frase de Eduardo Mendoza (1943- Escritor español, ganador del Planeta 2010) que antes me definía muy bien:
El lector insaciable es el único que compra libros que no lee; el resto lee lo que compra.
Eso me pasaba a mí. Compraba compulsivamente y, al menos tengo contabilizados cincuenta y tantos libros en casa que aún no he leído porque siempre hay otros que me apetece leer antes :-(
Para mí, uno de los mejores inventos tecnológicos de los últimos tiempos ha sido el lector de libros digital (e-reader). Mi primer lector tuve que pedirlo por internet a la casa Sony en Estados Unidos, porque en Europa aún no se vendían. Cuando leía en el autobús urbano, a la gente le llamaba tanto la atención que obviaban la vergüenza que todos tenemos a entablar conversación con extraños para preguntarme por el cacharrito :-D
Ya voy por el tercer lector -siempre Sony, aunque en España están más extendidos otros, también muy buenos, como el Papyre, que precisamente es de una empresa granadina- y estoy encantada porque por fin he parado la ocupación de espacio por parte de los libros. Y eso que yo no he pasado de los cuatrocientos y pico. Tuve un profe en Magisterio, Juan Mata, que me contó que se mudaba de piso a uno más grande porque ya no le cabían tantos libros. En aquel entonces él calculaba que tenía unos tres mil volúmenes y hace veinte años de eso...
Durante algún tiempo leía en los dos formatos: En casa en papel y en los ratos de autobús continuaba el libro pero en la versión digital, pero cuando me regalaron La caída de los gigantes de Ken Follet, que tiene 6cms de espesor y pesa kilo y medio -que no es la típica frase que se dice, que literalmente es lo que pesa en mi báscula de cocina- supe que mi relación con los libros en papel estaba muriendo lentamente. Todavía compro en papel mis autores "fetiche", pero el resto siempre en digital.
Además de gustarme leer, soy seriefila a tope, aunque como ya veis que me apunto a lo digital, hace al menos dos años que, a excepción de Juego de Tronos, no veo ningún capítulo en el momento de su emisión. Las series que me gustan me las bajo de internet y así no sólo las veo sin anuncios, sino que me las organizo en minimaratones, porque no hay nada tan frustrante como tener que esperar una semana cuando la historia se ha quedado en el culmen de la tensión. Claro que eso tiene sus desventajas, y es que te pasas el tiempo luchando con los spoilers. Ahora estamos en esas con Breaking Bad, que ya ha acabado y nosotros aún vamos por el final de la tercera temporada, y es un suplicio porque donde mires te encuentras algún comentario del final de la serie :-(
Excepto raras ocasiones, soy incapaz de ver la tele sin hacer otra cosa al mismo tiempo, preferiblemente ganchillo porque casi no necesito mirar la labor, pero soy un desastre para terminar los trabajos. Tengo empezados yo qué sé la de colgantes para hacer llaveros a falta de unir las piezas, bolas para hacer buhitos a las que les falta ponerles los ojos de fieltro, cordones para hacer árbolitos de Navidad a falta de pegarlos en el cono, setas a las que les falta el relleno, duendes a los que les falta coserles los gorritos, pajaritos a falta de pico y alas... Un desastre, ya os lo digo :-(
En cualquier ratillo libre, me pongo a hacer crucigramas (en papel) o sudokus (mejor en esta aplicación para android: Sudoku Free) y me encantan las aventuras gráficas y los juegos de buscar objetos en el ordenador o la tablet. Bueno, el ordenador me gusta todo él, lo mismo estoy retocando fotos, que haciendo hojas de excel, que modificando audios... En cuanto me levanto lo primero que hago es conectar el ordenador y uno de mis vicios es leer la prensa digital mientras desayuno. Internet es una bestia devoratiempo, porque, como digo siempre, una página te lleva a otra y esa a otra y es un no parar.
Todo esto que os he contado, así a lo tonto a lo tonto -ya sabéis un poquito más de mí- era para que veáis que yo en mi casa no me aburro ni haciéndolo a propósito. ¡Y para rematar, ahora tengo dos jerbos que son como tener un juego interactivo a todas horas!.
Pero, como decía al principio, ayer tuve uno de esos días en los que no te apetece hacer nada. No me apetecía ni encender el ordenador, así que desayuné al fresquito en la terraza mientras le daba vueltas al latazo que era que fuera jueves y las pocas ganas que tenía de hacer nada ni, por supuesto, de salir de casa para ir a taichi. No sé por qué, al volver con la taza a la cocina, se me ocurrió que era el momento perfecto para ponerme a limpiar las verduras ecológicas que me había regalado mi amigo Pepe, que este año ha decidido jubilarse, ha vendido su empresa de Catering, y ahora, entre otras cosas, ha alquilado un huertecillo de esos "sociales" en Cenes y se dedica a cosechar verduras sin ningún producto químico, solo con agua y mucho amor. Y están de morirse de buenas.
Pero como no las voy a gastar del tirón, primero miré el congelador, que lo tenía abarrotaíto que no se podían abrir ni los cajones. Cuando trabajaba tiraba mucho de congelados. Hacía varias comidas en los días libres y las congelaba para el resto de la semana. Todavía tengo la costumbre de hacer de más y congelar, pero como ahora tengo tiempo de cocinar a diario, pues lo congelado se va acumulando y acumulando... Total, que decidí que también era el momento perfecto para reorganizar el congelador y claro, para hacer hueco tuve que descongelar unas cuantas cosas y, sin más remedio, cocinarlas, así que prepare un budin de merluza, que cayó en la cena, y varios sofritos de verduras (calabacin, pimientos y cebolla) con tomate para los platos de pasta y en tiritas y solos para las fajitas.
Entre una cosa y otra, por proximidad con el congelador, que está en el lavadero, cayeron dos lavadoras, una de ellas de ropa blanca y, como estaba cambiando sábanas, ya decidí que era buen momento para empezar a guardar la ropa de más verano y empezar a sacar algo de entretiempo mientras la comida estaba en el fuego.
Total, que me senté a comer a las tres y media, sin parar desde las diez y media. La próxima vez que tenga uno de esos días en los que no me apetece hacer nada, a ver si recuerdo que el taichi es solo una hora y relaja muchíiiisimo, que ya me vale. ;-)
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mmm... Yo creo que la eddad es directamente proporcional a esa sensación lánguida y pesada de...Hoy no salgo...¿Pa qué?
ResponderEliminar:-D ¡Y que lo digas! Cada vez estoy más convencida de que al final, con la edad, todos acabamos haciendo todo eso que siempre hemos dicho que no íbamos a hacer... Se empieza por lo de ¡qué a gusto se está en casita! y ya es un no parar de tópicos :-D
EliminarMmmmm.... (como dice josiwells, jejeje). Luego le regañas a tu madre porque no sale, ehhhh!!! Confieso que yo también tengo muchos días de no salir desde que no trabajo...
Eliminar♥♥♥