Leo en la prensa como si fuera algo negativísimo:
Ya me pasó con lo de la carne de caballo, que la que se ha liado y yo acordándome de mi niñez, cuando tenía una anemia de idem y el médico al parecer me recetaba, además de mucha salida al campo a que me diera el sol y respirar aire fresco, tuétano de vaca y carne de caballo, porque eso crea muchos glóbulos rojos, dicen.
Y con lo de los puestos de trabajo que requieren en Alemania ¡ay Alfredo Landa... Vente a Alemania Pepe!, que volvemos a ser emigrantes, la de vueltas que da la vida.
Pero volviendo a las hipotecas.
Cuando compré mi primer piso allá por mediados de los 80, las hipotecas siempre eran del 80% del valor de tasación del inmueble. Y siempre eran a 15 años o menos. Y de los intereses ni os cuento, que ya los recordareis. Yo pillé una subvención de la Junta de Andalucía en viviendas de protección oficial y los tres primeros años pagaba la hipoteca al 8%, los seis siguientes al 11% y los restantes al 16%. Que si no fuera por la subvención, hubiera acabado pagando el piso al 21% de interés. Echad números. Entonces sí vivíamos de lo nuestro, porque no había quien pidiera un préstamo, que los personales para comprarte el coche estaban al 26%.
Esos tiempos de hipotecas a 40 años a un interés del 3% y dándonos el 130% del valor de la vivienda para comprarnos los muebles, el coche y el viaje a las Bermudas para celebrar la compra del piso, nos han hecho ver la realidad distorsionada, y lo malo no es que se la hayan "colado" a los jóvenes que han optado años atrás a su primera vivienda, es que nos la han colado a nosotros, que ya sabíamos de qué iba el paño.
Pero precisamente porque sabemos cómo eran las cosas antes y sabemos que salimos adelante, tenemos que poner esa experiencia a funcionar.
Estamos completamente desanimados con el momento actual, el empobrecimiento general y el poco futuro que tienen nuestros hijos, pero yo siempre he dicho que falta muuuucha "crisis" de ahora para llegar a los niveles de pobreza por los que ha pasado la sociedad en otras etapas de mi vida. Los de más de cuarenta, echad la vista atrás y recordad cómo estaban de mendigos las calles antes de que todos fuéramos "riquillos". ¿Qué comíais más a menudo en casa? ¿Cuántas veces bebíais cocacola o zumos envasados con la comida? ¿Qué merendabais? ¿Dónde ibais de vacaciones? ¿Cuántas teles había en casa? ¿Y cuántos teléfonos? ¿Y cuántos coches? ¿Cuántos de vuestra familia trabajaban cuando teníais 20 años? ¿Cuántas camisetas, vaqueros o bolsos de marca os comprabais u os compraban vuestros padres? ¿Cuántos trabajillos de chichinabo tuvisteis antes de ser fijos a tiempo completo en vuestro primer trabajo? (yo me tiré trece años de contratos eventuales en verano y en invierno haciendo degustaciones por los supermercados, antes de tener la plaza indefinida... que no fija, ya sabéis, jejeje). Es que desde que hemos sacado del diccionario la palabra crisis la estamos utilizando como concepto universal que lo engloba todo. Y tampoco es eso.
Hay crisis, si. Crisis de valores políticos, de valores empresariales, de valores morales, de relaciones internacionales. Pero pocas serán las casas que estén peor que como estaban hace treinta o cuarenta años.
La verdad, me gustaba más cuando hace décadas salió la palabra solidaridad, que no sé si recordareis pero era un problema cada vez que alguien la decía en la tele, porque siempre acababa pronunciando muy clarito el soli y farfullando el resto de la palabra. Claro, crisis es tán fácil de vocalizar...
¿Por qué no intentar dejar al lado la negatividad del momento y recordar que es nuestra generación la que puede tirar p'alante porque venimos desde atrás del todo? Que sí, que nos ha costado media vida llegar hasta aquí y ahora se nos están volando la mitad de los globos, y es injusto y es deprimente pero es lo que es y no se le pueden dar más vueltas porque vamos a parecer perros en farola. Cuanto más negativos, peor vivimos. El futuro se ve negro, pero ¿Qué es el futuro? ¿Hasta dónde llega el futuro de cada uno? Eso siempre me recuerda el segundo cursillo de esquí que me dieron, un día con un nieblazo que te costaba verte tus propios esquís, todos cagaos de miedo y le preguntamos al monitor cómo íbamos a bajar la pista con esa niebla y dijo: Vosotros nos os preocupéis por la niebla, que solo hay ocho metros de visibilidad, pero después de esos ocho hay otros ocho y después otros ocho, y así hasta abajo. El futuro es dentro de dos minutos y puede ser tan negro o tan brillante como cada uno queramos que sea.
Y si es el de nuestros hijos, la posición de salida de su carrera en la vida es mucho más favorable que la nuestra y que si nosotros hemos llegado hasta aquí, ellos no tienen límite.
Todo esto me trae a la mente dos grandes frases del también grande Groucho Marx:
La humanidad, partiendo de la nada y con su sólo esfuerzo, ha llegado a alcanzar las más altas cotas de miseria
¿Mi juventud?: podéis quedaros con ella
Ningún tiempo pasado fue mejor, ni ningún tiempo futuro tienen por qué ser peor, porque en palabras, esta vez no irónicas, sino sabias, del Dalai Lama:
Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el dia ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir
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