Hubo una época en la que si utilizaban las palabras amabilidad y bondad referidas a una persona, te hacían pensar en viejecitos. Hubo una época -los 80 sin ir más lejos- en la que los españoles no sabíamos pronunciar la palabra solidaridad. Seguro que os acordáis de aquel sonido soidaidá que dicho muy rápido y por lo bajini hacíamos pasar por el palabro que era solidaridad por aquel entonces. Hubo una época en la que la generosidad no era algo que estuviera a la orden del día. Los actos de generosidad merecían salir en las noticias, por su rareza... Espera, que esa época aún es hoy :-(
Me habla mucho últimamente mi madre de Toñi Moreno y su programa, que se llamaba Tiene Arreglo en Canal Sur y ahora que se la han llevado a la Primera (y de paso han fusilado íntegramente el programa, que aún emite Canal Sur con otro presentador), se llama Entre todos.
Por los títulos ya podéis imaginar el contenido. Cada día dos o tres casos de personas que piden ayuda porque están pasando por situaciones complicadas, a las que responden montones y montones de llamadas, más que solidarias, generosas, y que entre todas consiguen dar una salida a cada caso.
Me cuenta, que la enorme mayoría de la gente que llama son pensionistas, parados, personas que tampoco están en mucha mejor situación, y es que la necesidad es como la maternidad: Realmente no comprendes a una madre hasta que tú misma lo eres y no comprendes totalmente una situación de necesidad hasta que tú no te has visto alguna vez en un aprieto parecido.
Y el caso es que siempre podemos ser solidarios y generosos porque, por mal que estemos en un momento dado, siempre habrá alguien que esté peor. Ya lo decía en el siglo XXVII el insigne Pedro Calderón de la Barca, en uno de los fragmentos más ignorantemente repetidos de su obra La vida es sueño (y al decir ignorantemente, me refiero a que la mayoría de la gente lo recita pensando que es una fábula y sin saber su verdadero origen)
Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
«¿Habrá otro», entre sí decía,
más pobre y triste que yo?»
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
Tampoco hacen falta gestos grandilocuentes para ser solidarios, generosos, amables y bondadosos en nuestro día a día, lo que pasa es que, como no estamos acostumbrados, no lo hacemos de manera inconsciente sino que tenemos que pensarlo, aunque sea un solo segundo... y a veces estamos demasiado atareados para ese simple segundo.Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.
Hoy me ha venido a la cabeza esta entrada porque el otro día iba yo tan tranquila hacia casa de mi madre y en una de las farmacias de su calle vi en el escaparate el cartel con que he abierto esta entrada. Ni que decir tiene que cogí mi sonrisa de papel, pero aunque no lo hubiera hecho, la mía, la de verdad, ya había aflorado a mi cara. ¡Qué poco cuesta que te arranquen una sonrisa y qué feliz te sientes durante un momento! Es sabido (y además también lo dice la Wikipedia, que es el gran gurú de nuestro tiempo) que el sonreír no solo cambia la expresión de la cara, sino que también hace que el cerebro produzca endorfinas que reducen el dolor físico y emocional y proveen una sensación de bienestar.
De vez en cuando encuentro por la red noticias con gestos amables, les hago una captura de pantalla y las guardo, precisamente por esa sensación de bienestar que me produce el leerlas. Aquí os dejo algunos ejemplos:
Como veis en la siguiente imagen, en lugar de pasar de ello, alguien cogió esas llaves y se tomó la molestia de llamar al diario 20minutos para que lo publicaran.
Ésta, que me encanta, la encontré en el Huffington Post, en un carrusel de Random Acts of Kindness (enlace en inglés), pero en su momento fue portada en reddit. La persona que hizo la foto estaba en Savannah (Georgia). Había estado lloviendo, cuando vio este coche que tenía la ventanilla entreabierta y una mano anónima y amable había tapado el hueco de la ventanilla con bolsas de plástico en las que escribió: No quería que su coche se mojara. Que pase un buen día
Este último ejemplo de amabilidad lo recogieron casi todos los periódicos. Yo lo leí también a través del Huffington Post
Tras los dramáticos sucesos de la maratón, el Boston Globe fue, durante una semana que debió ser extenuante para todos sus trabajadores, una fuente vital de información para lectores de todo el mundo. El lunes 22 de abril, el Chicago Tribune sorprendió a la redacción de The Globe con docenas de pizzas para comer y la siguiente nota:
A la redacción del Boston Globe:
Solo podemos imaginar lo agotadora y desgarradora que ha sido esta semana para ustedes y su ciudad. Pero sepan que sus colegas aquí en Chicago y a lo largo de todo el país estamos impresionados por su tenaz cobertura. Ustedes hacen que nos sintamos orgullosos de ser periodistas.
No podemos comprarles las horas de sueño perdidas, así que al menos permítannos encargarles la comida.
Sus amigos del Chicago Tribune.
Podéis ver la ristra de pizzas en este minivideo que Mark Pothier posteó en Vine con un "barrido" de todas ellas y el siguiente comentario:
Hoy el Chicago Tribune nos envió montones de pizza a la redacción del Boston Globe en muestra de apoyo. Estamos conmovidos.La verdad, a mí también me conmovió.
Y eso es todo por hoy. Deseando que todos tengamos ese segundo de tiempo necesario para generar ese acto amable, os dejo hasta las noticias positivas de mañana.
♥ ♥ ♥
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