viernes, 24 de enero de 2014

Hemos empezado a ser abuelos

Pues sí. Resulta que mi grupo de amigos, por obra y gracia de una bebé preciosa, hija de José Alberto y Teresa, se ha convertido hoy oficialmente en un grupo de abueletes :-0

Algún día tenía que suceder, que todos andamos entre los 54 y los 59 y, supuestamente, estamos en la edad... Pero yo no sé si estoy preparada aún para ese estatus.
Es que parece que tienes que ir quemando etapas sí o sí. Y no le veo la gracia. Llevo tiempo tanteando a las amigas: ¿Oye, en serio tú te verías de abuela? y todas se ponen de acuerdo en que sí, que ya tienen gana, que ya tienen edad -las que la tienen, claro, que también tengo amigas algunos años más jóvenes, que ni locas... pero esas juegan todavía en otra liga, la de los hijos aún adolescentes ¡otro horror!-
Al parecer todas convienen que los nietos mejor empezar a tenerlos siendo jóvenes para disfrutarlos más.
¡Vamos anda ya! ¡Pero si no hace ni dos días que dejé de "disfrutar" de mis hijos!

A mí el gen de abuela aún no se me ha desarrollado. Para nada. Tal vez porque me entretuve lo mío en llegar a ser madre y se me dieron los 35 y claro, ni veo a mis hijos en edad de ser padres, ni me veo yo en la edad (aunque la tenga) de ser abuela. Que todo es relativo y en esta carrera voy con un poco de retraso :-D

Los que me conocéis sabéis que siempre he dicho que la maternidad -como ese sentimiento de amor incondicional que a partir de un momento P (de parto) supuestamente llena tu vida- está muy sobrevalorada. La realidad es que tu vida se vuelve del revés. Que dejas de ser tú para ser, durante una buena pila de años, la madre de... Que te vuelves más miedosa de lo que jamás hubieras creído respecto a cualquier eventualidad que te pueda suceder a ti o a tu prole. Que cuando tomas una decisión, en lo último que piensas es en lo que tú misma realmente deseas, y eso vale tanto para organizar un viaje, como decidir qué película vais a ver una tarde de sábado, o qué pones este mediodía para comer.
Y un día, sin que apenas te des cuenta, empiezas a retomar tu vida. No la vida que tenías antes de ser madre. Esa, olvídate, que jamás volverá. Pero tus hijos han crecido. Son responsables. Te "han salido" buenos y tu puedes relajarte. Tal vez volver a organizar un viajecito con los amigos mientras tus hijos hacen su vida de veraneo con sus propias amistades. Decides cenar cuando te apetece, sin esperar a que todos estén en casa. Puedes dormir a pierna suelta aunque no hayan vuelto a casa todavía. Vuelves a retomar viejos hobbies (y a desarrollarlos tranquilamente, que es la clave). Alcanzas un nivel zen de tranquilidad que te ha estado faltando durante dos décadas...
Y justo cuando vuelves a ser tú misma (en toda tu mismidad, que diría Javier Cansado)... A mí que no me cuenten, pero ganas de empezar otra vez... No. Ya te digo yo que no.

En fin, que esto de la abuelez lo único que me provoca es sentimiento de culpa, porque ganas a mi edad, ni mijita... Pero claro, en algún momento mis hijos querrán tener los suyos, aunque no será que no les digo y les repito que para dar ese paso nunca hay que tener prisa, que nunca se disfruta lo suficiente de la vida antes de la paternidad... Y claro, como se tarden lo que me tardé yo, me veo de abuela a los setenta ¡y a esa edad dudo mucho que tenga mucha gana de bregar con nietos! ¿se te puede pasar el arroz para ser abuela?
O sea, malo lo uno... y lo otro, peor.
Es que tiene tela, que ni remotamente tengan aún pensamiento de tener descendencia y yo ya sintiéndome mala madre por no sentirme abuela.

En fin. Un día memorable para los amigos.
Tendré que ir haciendo pensamiento, que a la velocidad que pasan los años, me veo que me pilla el toro.
♥ ♥ ♥

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