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jueves, 6 de febrero de 2014

Cosas de la edad

Os contaba el otro día que el gen de abuela aún no se me ha desarrollado quizás por lo de haber sido madre tan tardíamente, pero lo cierto es que ser madre no es lo único que he hecho en esta vida con cierto retraso respecto a la edad normal. También empecé mi carrera universitaria a los 34, con lo cual estuve tres años en los que hacía "vida en común" con gente de 18 y tengo que reconocer que, cuando me deslizaba patinando por la rampita hacia la fotocopiadora, el que me dijeran lo de "ya me gustaría a mí llegar a tu edad con esa vitalidad" me ponía la moral en las nubes. Por cierto, ¿no es curioso lo angosta que es la percepción de las edades superiores a la tuya cuanto más jóven eres y cómo se amplía con el paso de los años?

Ya os he dicho en alguna ocasión que siempre he sido muy nintendera y a los cuarenta y muchos iba "haciendo gente" en el autobús porque me volví a enviciar con los juegos de Zelda y en cuanto me subía al bus sacaba la gameboy y a jugar como loca, y claro, eso en una señora cuarentona no acababa de estar bien visto y la gente me miraba de reojo... e incluso descaradamente. En aquellos tiempos pensaba de vez en cuando: ¡Soy la vergüenza de los de mi edad! pero por otro lado, leí hace poco que las edades del hombre cada vez se retrasan más: que ahora eres adolescente hasta los dieciocho; joven hasta la treintena; adulto en la cuarentena; maduro al cumplir los cincuenta... y anciano a los ochenta (con un intermedio sesenta/setenta aún por nominar: senior, edad dorada... así que, aunque ya era adulta, como aún no era una persona madura, muy bien podía darme ese pequeño capricho y pasmar al personal :-D

Mafalda, como siempre, muy acertada en sus apreciaciones

Llega un momento en que, poco a poco, las circunstancias te van colocando en la edad que te corresponde... Más que las circunstancias, la salud, que el refrán de los cuarenta p'arriba no perdona, pero también es gratificante ver que estás en un escenario común a la gente de tu edad y que lo que tú cuentas que te pasa y lo que ellos te cuentan que les pasa es prácticamente lo mismo -buenooo, digamos que casi todo, que lo de la abuelez ya sabéis que no-

Seguramente muchos recordaréis esta gracieta que corría por los correos-e hace una década, cuando no había whatsapp ni twitter por donde difundir estas cosas. Hoy la he encontrado revisando emilios antiguos, que ya os he dicho más de una vez que me cuesta hacer limpieza y desprenderme de los trastos, aunque sea virtualmente.
¿Creíamos que no nos llegaría nunca? Y eso que ya acababa avisándolo...

Subject: FW: Cosas de la edad.

Me han diagnosticado que padezco SADAE (Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad)

Se manifiesta así:
Decido lavar el coche. Al ir hacia el garaje, veo que hay correo en la mesita de la entrada.
Decido echar un vistazo a las cartas antes de lavar el coche.
Dejo las llaves del coche en la mesita, voy a tirar los sobres vacíos y los anuncios en el cubo de la basura y me doy cuenta de que está lleno.
Decido dejar las cartas, entre las que hay una factura, en la mesita y llevar el cubo a vaciar en el contenedor.
Entonces pienso que, ya que voy al contenedor, puedo pagar la factura con un cheque y echarlo en el buzón que está al lado del contenedor.
Saco del bolsillo el talonario de cheques y veo que solo queda uno.
Voy al despacho a buscar otro talonario y encuentro sobre la mesa la CocaCola que me estaba bebiendo y se me había quedado olvidada.
Retiro la lata para que no se vierta sobre los papeles y noto que se está calentando, por lo que decido llevarla a la nevera.
Al ir hacia la cocina me fijo en que el jarrón de flores de la cómoda de la entrada está sin agua.
Dejo la CocaCola sobre la cómoda y descubro las gafas de cerca que he estado buscando toda la mañana.
Decido llevarlas a mi escritorio en el despacho y, después, poner agua a las flores.
Llevo las gafas al despacho, lleno una jarra de agua en la cocina y, de repente, veo el mando del televisor. Alguien se lo ha dejado en la mesa de la cocina.
Me acuerdo de que anoche lo estuvimos buscando como locos. Decido llevarlo al salón, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores. Echo un poquito de agua a las flores y la mayor parte se derrama por el suelo.
Por lo tanto vuelvo a la cocina, dejo el mando sobre la mesa y cojo unos trapos para secar el agua. Voy hacia el hall tratando de recordar qué es lo que quería hacer con estos trapos...
Al final de la tarde el coche sigue sin lavar, no he pagado la factura, el cubo de la basura está lleno, hay una lata de CocaCola caliente en la cómoda, las flores siguen sin agua, sigue habiendo un solo cheque en mi talonario, no consigo encontrar el mando de la tele ni mis gafas de cerca, hay una fea mancha en el parquet de la entrada y no tengo ni idea de dónde están las llaves del coche.
Me quedo pensando cómo puede ser que sin haber hecho nada en toda la tarde haya estado todo el rato danzando y me encuentre tan cansado.
Hazme un favor: envía este mensaje a todos los que conozcas, porque no me acuerdo bien de a quién se lo he enviado...
Y no te rías, porque si aún no te ha llegado, ya caerá, ANIMO. 

Os lo cuento porque ayer volvía yo con el plato del desayuno hacia la cocina cuando vi la funda del móvil en la mesa del salón. Dejé el plato, cogí la funda, me puse a buscar el móvil en el bolso, entonces recordé que tenía que meter una bolsa de plástico en el bolso, que siempre llevo una para las compras imprevistas, fui al lavadero a buscarla y, como aún llevaba la funda del móvil, la dejé encima de la lavadora... En fin, para qué os voy a contar. Varias horas después me volví loca buscando la funda del móvil y fue cuando, además, me encontré el plato del desayuno en la mesa del salón.
Pues así, prácticamente todos los días. Aunque nada que ver con el día que encontré por fin el monedero en el primer cajón del congelador, después de hacer un exhaustivo repaso de todos los movimientos que había hecho desde que volví con la compra, que, mirándolo por el lado bueno, es un ejercicio impresionante para mantener la memoria funcionando ;-)

Y seguramente debe ser por esas vueltas y revueltas que hacemos en la edad adulta para tenerlo todo controlado, porque ¡mira que tengo tiempo ahora para hacer cualquier cosa!... Pues me voy liando, me voy liando, y de pronto miro por la ventana y se ha echado la noche encima y me admiro de a dónde se supone que se me han ido todas las horas del día. Cada noche tengo la sensación de que el día ha pasado como un tren de alta velocidad y ni me he enterado. 

Y encima me junto con los amigos y me preguntan eso de ¿pero tú ahora qué haces con tanto tiempo libre? ¿No haces nada de provecho?

Maneras de ver la vida. Como si leer, ver tooodas mis series favoritas, hacer tonterías de ganchillo -y sienes y sienes de bufandas-, jugar a mis juegos preferidos de buscar objetos en la tablet, escribir en el blog, contar las cositas de mis jerbos en los foros (de jerbos), socializar con los amigos en los otros foros, pasear por el barrio con y sin rumbo fijo... y todas esas cosillas en las que se me van los días no fueran nada de provecho... A mi edad.
♥ ♥ ♥

viernes, 29 de noviembre de 2013

La memoria (no tan) histórica

No puede decirse que tenga memoria de pez... pero casi. Tengo muy poca memoria, la verdad, para las caras, para los nombres, para las fechas... y lo que es peor, para los hechos.
Tener buena memoria es algo que siempre he envidiado -y eso que no soy de mucho envidiar- pero debe ser un gustazo vivir algo y saber que lo vas a recordar toda tu vida. Yo, a veces, ni los buenos momentos. De pronto un día me llega un recuerdo a la mente y me pregunto dónde ha estado escondido todo este tiempo y cómo es posible que se me hubiera olvidado.

Tenía una compañera en Iberia, Emilia, que tiene una memoria digna de envidia. Cuando gestionábamos las reclamaciones desde el propio aeropuerto, su memoria nos salvaba en más de una ocasión, porque, por extraño que parezca, mucha gente no reclama de manera inmediata al hecho causante de la reclamación y, a veces, nos llegaban reclamaciones sobre hechos que se remontaban a muchos meses atrás.
Ahora todas las reclamaciones se derivan al Deptº de Atención al Cliente en Madrid, donde responden con el modelo A, B o C según sea el motivo de la reclamación, pero cuando las contestábamos nosotros, cada una se trataba de forma personalizada y muchas veces había veces que echar mano de Emi.
Más de medio millón de pasajeros atendidos durante un año y era capaz de acordarse de lo que había sucedido siete meses antes con un pasajero que reclamaba que tal día no se le aceptó al embarque por llegar tres minutos tarde. Difícil ¿eh? Pero no sólo recordaba qué había hecho el pasajero -como que salió a fumar al exterior del edificio terminal y no se enteró de las voces de embarque, o que en realidad llegó a la puerta diez minutos tarde porque estaba despidiéndose de su novia antes de pasar el control de seguridad - sino qué hacían todos los implicados en el embarque y te contaba que tú, o sea yo, habías hecho esto y aquello y tú, o sea yo, estrujando las neuronas a todo trapo para poder acordarte aunque fuera de la escena global, no ya de los detalles... pero que si quieres arroz, Catalina.

La memoria de Emi es algo totalmente notable. Y a mí siempre me hubiera gustado tener aunque fuera la mitad de buena memoria que ella. Aunque tener buena o mala memoria puede ser tanto una bendición como una maldición. Debe ser agradable recordar tantas cosas, pero también penoso, porque no solo recuerdas lo bueno, sino también lo malo. Y, lamentablemente, hay muchas cosas que es mejor olvidar.

Pero si hay algo que me pone de los nervios es la gente con memoria selectiva. Y definitivamente no puedo con la -para mí mal llamada- memoria histórica.

Creo que me he referido a ello en otras ocasiones, pero yo soy de las que pienso que la Historia está ahí para que aprendamos de ella, no para que la juzguemos. Tenemos que aceptarla tal como es porque toda ella nos ha conducido al punto en que estamos ahora. Toda ella, con lo bueno y lo malo. Y no siempre algo bueno lo sigue siendo en una época distinta. Al contrario. En muchas ocasiones lo que era aceptable en el pasado ahora lo consideramos totalmente deleznable y viceversa.

Os cuento esto porque ayer me me gustó encontrarme esta noticia en la prensa:

(pincha en la imagen para ir a la noticia en el ideal.es)

Realmente no sé los motivos por los que el Ayuntamiento haya reaccionado así, y más que posiblemente sólo sea que, como se dice ahora: Esté escenificando el alejamiento de sus posturas. Pero por lo que a mí respecta, prefiero pensar que alguien, en un momento de lucidez, ha decidido que si se tiene que tener memoria selectiva, que sea la Junta de Andalucía la que la tenga y no el Consistorio. Así que en un dosier de cincuenta páginas, según la noticia, le ha enviado el listado con todos los nombres de las calles de Granada y que la Junta decida cuales son las dignas de ser preservadas en la memoria colectiva y cuales las que hay que hacer desaparecer.

Porque ¿en qué te basas para borrar de un plumazo una parte de la Historia?
Pensaba en ello cuando empezaron a oírse voces que proponían demoler El Valle de los Caídos porque en su construcción la mano de obra utilizada fueron presos, obligados por las autoridades franquistas y sirve de mausoleo a un dictador. Es verdad, aunque lo lógico sería dejar que antes, en Egipto, decidieran demoler las pirámides por la misma causa exactamente: En su construcción la mano de obra fueron esclavos y su fin era servir de morada eterna a los faraones, que eran los dioses en la tierra y tenían poder sobre la vida y la muerte... que más dictador que eso, no sé yo. Al fin y al cabo las pirámides llevaban tres mil años en pie cuando se construyó el Valle de los Caídos. Parece justo que sean las primeras en demolerse ¿o no?

En Granada andamos siempre a vueltas con nuestra historia, aunque sea sobre hechos que no están bajo la regulación de la famosa Ley de la Memoria Histórica, que se aprobó en 2007 y por la que se reconocen derechos a favor de los que sufrieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Una finalidad muy loable, si no fuera porque -y siempre desde mi punto de vista- la manera en la que nos hemos acostumbrado a invocar esa ley es el paradigna de lo que es la memoria selectiva. 

Y es que en una ciudad en la que han convivido tres culturas, como es Granada, por fuerza tiene que haber ejemplos de actuaciones políticamente incorrectas para dar y tomar a lo largo de la historia. Y -ya os he hablado de ello en otra ocasión- pasa lo que pasa, como que todos los años, el dos de enero, se recrudezcan las discusiones entre los que defienden los actos conmemorativos de la Toma (de Granada por parte de los Reyes Católicos) y los que la consideran un recordatorio del triunfo de un pueblo sobre otro que no debería ser objeto de exaltación... Que, casualmente, son los mismos que no tienen el más mínimo problema en pasear todos los días -los más afortunados, incluso vivir- en la calle Reyes Católicos, una de las principales y más exclusivas de la ciudad. 
Y hablando de Reyes Católicos, me extraña que, ahora que millones de españoles están viendo la serie Isabel, a nadie se le haya ocurrido que Isabel y Fernando -que tanto monta, monta tanto- tuvieron un comportamiento deleznable con el pueblo judío (no solo en Granada, sino en toda la península) y se manifiesten a favor de borrar también esa parte de nuestra historia, destruyendo sus sepulcros y tapiando la Capilla Real, porque ese comportamiento racista no tiene cabida en nuestro mundo actual.
O, como decían en un comentario a la noticia: Los árabes en España tampoco fueron unos santos y perpetraron verdaderas masacres entre los cristianos ¿por qué no derribamos la Alhambra, la Torre del Oro, y le cambiamos el nombre a todos los ríos que empiecen por Guadal?

Y no nos vayamos a pensar que en el resto de España están más a salvo o que esto se va a quedar así, porque en cuanto empiece la comunidad hispanoamericana a protestar por los símbolos propios del descubrimiento y conquista de América, cientos de plazas se quedarán un poco más diáfanas al quitar las estatuas de los conquistadores -parafraseando Casablanca: Siempre me quedará el recuerdo de cuando fui a Trujillo, uno de los pueblos más bonitos que conozco- y luego vendrá Bruselas y dirá que no es propio de un país de la Comunidad Europea hacer exhaltación de la lucha entre dos países hermanos y miembros de la misma comunidad y entonces desaparecerá todo lo que pueda considerarse símbolos de la lucha contra el invasor francés, que tengo yo unos amigos en la calle Agustina de Aragón que, por aquello de cuando las barbas de tu vecino veas pelar, ya están preparando el cambio de membretes. 

Veo un futuro en el que todas nuestras calles serán nombradas como en Nueva York: La calle 48, la 89, la quinta avenida, la tercera... para que todas ellas sean históricamente correctas, y en lugar de estatuas pondrán grupos de espejos donde solo veremos nuestra imagen y nuestro presente. Ese será el triste destino que sufrirán todos los recuerdos de nuestra historia: El desmantelamiento, el silenciamiento y el olvido.

En fin, que todos seríamos un poco más sabios si en lugar de intentar borrar nuestro pasado, que es el que nos ha hecho como somos, nos dedicáramos a aprender de los errores cometidos para no recaer en ellos, porque como dice la frase -atribuida a varios prohombres insignes, desde Marco Tulio Cicerón hasta Napoleón- 
Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla

Yo, por si acaso, aplaudo el gesto del Ayuntamiento, aunque no haya sido por los motivos que yo quiera ver en ello y, para entretener la espera de la decisión de la Junta, os aconsejo dos libros interesantes:

  • El libro de las Tradiciones de Granada de Francisco de Paula Villa-Real, de la que hay una preciosa edición facsímil de la edición original de 1888 realizada por Ediciones Albaida.
  • Las calles de Granada de Julio Belza y Ruiz de la Fuente del que existen numerosas ediciones que podréis encontrar a través de Google.

Mientras los releo, cruzaré los dedos, porque según el libro de Belza, el Faus al que mi calle debe su nombre, además de ser director de la Banda Municipal de Granada durante 30 años, fue profesor instrumentista en el Regimiento de la Guardia del Generalísimo -es lo que tiene haber vivido en tiempos de la dictadura franquista, que a cualquiera le pueden sacar un color- no vaya a ser que me cambien la calle de nombre y con mi falta de memoria... lo tengo crudo.
♥ ♥ ♥